ÚNICA FUNCIÓN
ANTÍGONA (versión libre de la obra de Sófocles)
Una producción de Teatro de la Ciudad y Teatro de La Abadía
NOTAS DEL DIRECTOR
“De la suerte que el destino tiene asignada a los mortales, no hay quien pueda evadirse”
Creonte y Antígona. Tío y sobrina. Una muchacha enfrentada a la máxima representación del estado. Un momento de desequilibrio en el que un ser humano “debe aferrarse de la manera más estrecha a sí mismo”, atenerse a su identidad con la máxima firmeza.
Ni Antígona ni Creonte pueden ceder sin falsear su ser esencial.Ambos tienen razón... Ambos creen tenerla. Los dos obcecados en sus respectivos discursos. Sordos en los extremos... Los demás, sobrecogidos, al comprobar “cuán horriblemente fácil es que el ser humano quede reducido a menos de lo que es o transportado a más de lo que es, pues ambos movimientos son igualmente fatales para su identidad y su progreso”.
Miguel del Arco
Antígona: altísimas tensiones
Miguel del Arco ha hecho montajes enormes, pero su Antígona es una cima: energía en estado puro. Cada escena es mejor que la anterior. Nervio y emoción constantes, sin un momento de flacidez. Termómetro infalible: los silencios del público. El director firma también la versión, libérrima, casi una reinvención, ceñida, imaginativa, teatralísima, profundamente rítmica, una de las mejores que he escuchado. Del telar pende una gran y misteriosa bola blanca que puede ser ojo divino, campo energético, ovillo, planta carnívora, luna de sangre. La iluminación de Juanjo Llorens juega con sorprendentes gradaciones de penumbra en las que de repente destellan los rostros. Arnau Vilà es el responsable de una música atmosférica, tan sutil y bien colocada que se percibe sin apenas subrayados.
Marcos Ordóñez, ELPAÍS
+ Info: Teatro Cuyás
Teatro Cuyás