Como sugiere su nombre, la pieza, en algún sentido abstracta, tiene la serenidad de la noche, unas luces de penumbra que remiten al sueño o a la vigilia noctámbula, todo dominado por una elegante austeridad escénica que da protagonismo al cuerpo de Leonor Leal, siempre guiado por los estrictos códigos del flamenco. Pero no el flamenco escénico al uso, que aparece a mucha distancia del número de tablao y prescinde del cante. Se centra, a cambio, en la dramaturgia, en la investigación.
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Teatro Cuyás